Septiembre en Chiapas

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miércoles, 26 de junio de 2013

Historia de dos reformas





Zoé Robledo para Reforma
24 de Junio de 2013

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”. Charles Dickens, Historia de dos ciudades, 1859

Es el 3 mayo del 2013. La historia de la reforma migratoria que se discute en el Senado de los Estados Unidos es la historia de dos países con un futuro compartido. Es la historia de una potencia que, en la voz de su presidente Barack Obama, reconoce su naturaleza como una “nación de inmigrantes” con un “sistema de inmigración que no refleja sus valores”. Es la historia del optimismo venciendo a la experiencia.  Una reforma migratoria de sentido común, la llamó Obama, que abra el camino a la legalización de millones de indocumentados y, en paralelo,  fortalezca la seguridad de la frontera y de la migración legal.

Pero la historia del 24 de junio del 2013 es diferente. Es la historia de la aprobación de la enmienda Hoeven-Corker que, con 67 votos a favor y 27 en contra, configura un agresivo reforzamiento de la seguridad fronteriza: Duplica el número de agentes fronterizos hasta llegar a 40 mil; permite adquirir y hacer uso de aviones no tripulados, sensores infrarrojos, radares personales y otras tecnología similares a las que utilizan las  fuerzas de ocupación norteamericanas en territorios hostiles; además de construir 1,126 kilómetros de infranqueable muro. El gasto a ejercer es del orden de los 42 mil millones de dólares, equivalente a 2.38 por ciento del PIB mexicano. Eso es lo que se aprobó.

La historia de la reforma migratoria enfocada en los migrantes que ya están en Estados Unidos ha sido muchas veces celebrada con el respeto que merece la soberanía de lo que nuestros vecinos hacen dentro de su territorio. La otra historia, la de la enmienda, tiene que ver con acciones que se llevaran a cabo en el límite entre ambos países. Por lo tanto es asunto de los dos. Y es que al hablar de la frontera termina lo interno y comienza lo bilateral, en donde es justo negociar y pactar soluciones conjuntas. Porque no es “su frontera”,  sino “nuestra frontera”.  

En principio, este giro obstaculizará aún más el arreglo del problema migratorio. Ceder a las exigencias de los senadores republicanos anti-inmigrantes, como requisito para aprobar la reforma migratoria tendrá graves consecuencias en el mediano y largo plazo. Enumero tres: 

Uno. Fortalecerá el escenario para la criminalización de los migrantes indocumentados que intenten pasar al territorio norteamericano. Al dificultar el acceso se desincentivará  a un sector de la población migrante, pero a otra sólo la hará más vulnerable, ya que tendrá que buscar rutas más peligrosas,  podrán en riesgo su vida e incrementará el costo que cobran las redes criminales que lucran con la desesperación.

Dos. La enmienda aprobada es el triunfo de la visión que encuentra en la migración, particularmente la mexicana, una amenaza a la identidad nacional de Estados Unidos. Es la visión de Samuel Huntington, en la que los mexicanos no viven -invaden-; no trabajan -explotan- y no enriquecen -empobrecen porque la pobreza está en su naturaleza misma.

Tres: La enmienda obligará también, en México, a revisar la legislación migratoria vigente, puesto que nuestro país es el lugar de paso obligado para muchos migrantes que, provenientes de distintos continentes, intentan llegar a los Estados Unidos.  El flujo migratorio subsistirá, pero se encontrará ante un muro que empleará, como dice Jorge Ramos “algunas duras tácticas que sólo se utilizan con naciones enemigas.”

Los senadores norteamericanos han roto esa delgada línea entre un tema soberano y un tema bilateral. Éste es un nuevo escenario y estamos llamados a participar activamente en el debate. Las interrogantes son muchas. Aquí una: La magna inversión para cerrar la frontera ¿conlleva un esfuerzo similar en materia de cooperación entre las dos naciones sobre temas de intercambio comercial, cultural y científico? Lo dijo Carlos Fuentes hace casi 25 años: “Los Estados Unidos nunca han respetado a quienes les hacen concesiones, a quienes ceden ante ellos. Los Estados Unidos respetan a quienes saben negociar con dignidad con ellos”.

Hoy, los Senadores demócratas norteamericanos se fueron a dormir pensando que sólo una reforma bipartidista sería una reforma completa y evitaría el fracaso. Desde México les decimos: Una reforma fronteriza unilateral nunca estará completa.

*El autor es Senador de la República por el Estado de Chiapas, miembro del PRD. 

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