Septiembre en Chiapas

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miércoles, 24 de julio de 2013

Sur-Sureste: Tiempo detenido

ZOÉ ROBLEDO*


Es el año de 1956, el presidente es Adolfo Ruíz Cortines Ruíz Cortines recorría algunos puntos del sureste "para conocer los problemas" y los títulos de los diagnósticos eran interminables. Como este: "Planeación preliminar para el aprovechamiento de los recursos hidráulicos del Sureste. Su influencia en los demás recursos naturales y en el desarrollo agrícola, industrial y humano*". Lo firma Luis Echegaray Bablot y ahí asegura: 

"Una de las regiones del país, cuyo determinismo geográfico le imprime características peculiares en cuanto a posibilidades para complementase en forma racionalmente articulada, es el Sureste; los engranes de su maquinaria económica no pueden funcionar si no se les pone en contacto, se los armoniza y se les coordina para producir el movimiento de sus piezas vitales; mientras que no se haga, la maquinaria seguirá permaneciendo ociosa, desperdiciándose la energía de sus campos, sus ríos y sobre todo de sus pobladores, que es lo más preciado de sus riquezas".

El diagnóstico, 57 años después, sigue vigente. En aquel año y hoy el sureste sigue siendo una región mal atendida y, a pesar de sus riquezas naturales y del esfuerzo de sus habitantes, las distancias en los niveles de desarrollo con respecto al resto del país se han hecho mayores.

Lo que resulta interesante de este trabajo es que hace un diagnóstico a partir de los discursos de Ruiz Cortines. Es SU visión del Sur: Yucatán se enfrenta al monocultivo y los yucatecos se ven obligados a adquirir los bienes de primera necesidad fuera de su territorio. Campeche tiene buenos suelos, pero no hay agua en la superficie. Quintana Roo vive de la explotación de la madera y del chicle, pero en condiciones muy rudimentarias. Tabasco tiene buenas tierras para el cultivo; pero, a diferencia de Campeche en donde falta agua en la superficie, en Tabasco hay excesos y su territorio está permanentemente inundado. En los cuatro estados se requiere de la atención del gobierno federal; sobre todo para dotarlos de obras que permitan la electrificación local y, por supuesto, que las obras hidráulicas sean esencialmente para el riego. Es decir, que los recursos acuíferos beneficien sobre todo a los habitantes del sureste.

¿Y qué dice este diagnóstico de más de medio siglo de antigüedad sobre Chiapas? 

Primero describe nuestra tierra: Se afirma que es uno de los estados más ricos del sureste, debido a la diversidad de sus climas y de los suelos, que permite una agricultura diversa y con amplias potencialidades para la generación de energía hidro-eléctrica. En Chiapas toman forma los dos ríos más importantes de la República en lo que se refiere a las posibilidades de generar energía. En el Grijalva y el Usumacinta se genera cercad de la tercera parte del volumen total del agua de todos los ríos del país. Su potencial es como para generar la mitad del fluido hidro-eléctrico nacional (Un año después, el 19 de octubre de 1957, se publicó el decreto que establecía la exclusividad del uso del Río Grijalva para la generación de energía).

En el diagnóstico queda claro: Chiapas tiene un fuerte potencial económico y social. Sin embargo, el escenario social que se presenta es ominoso: 

"El índice de mortalidad ocasionada por enfermedades hídricas es muy elevado, por lo que se requiere tomar medidas para abatirlo y mejora la salud de sus habitantes; una de la formas más eficaces de lograrlo es construir obras de abastecimiento de agua potable y alcantarillado en las principales poblaciones y mejorar los sistemas que hay actualmente en muchas de ellas, que son deficientes...Exige Chiapas, por lo tanto, la realización de un vasto plan de obras públicas".

El escrito reduce la región Sureste a las cinco entidades federativas señaladas. Considera que constituyen una unidad geográfica unida al resto del país por el Istmo de Tehuantepec y tiene todos los climas, desde el frío de los 4 mil metros sobre el nivel del mar hasta las zonas cálidas por debajo de los 10 metros. Sus litorales son bañados por el Golfo de México, el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Como si tales recursos no fueran suficientes, hay una formidable cantidad de recursos del subsuelo, tales como petróleo, plata, plomo, cobre, azufre y yacimientos de carbón.

Lo anterior no sorprende. Lo que sí es de llamar la atención es que ahí mismo se establezca la urgente necesidad de la región Sur-Sureste de vías de comunicación para romper el aislamiento y generar un desarrollo más equitativo en los 240 mil kilómetros cuadrados de su territorio. Hasta ahora (¿tiempo detenido?), los mexicanos del sureste no pueden comunicarse siguiendo líneas más o menos rectas, mediante ferrocarriles y caminos. Es necesario hacer curvas que alargan las distancias. Las comunicaciones terrestres son deficientes y los puertos marítimos están, para decir lo menos, en condiciones inapropiadas. El diagnóstico de medio siglo hace un mea culpa lacrimógeno, alarmista pero cierto: 

"La población del sureste se ha desarrollado amando a México, como buenos patriotas, pero sin conocerlo y sin tener relaciones sociales y comerciales tan estrechas como fuera de desearse con el resto del país...lo cual tiene el peligro de imprimir a la población un complejo especial de indiferencia hacia el territorio incomunicado".

Como para fundamentar que el tiempo parece detenerse, se propone la creación de un organismo "...que se encargue de coordinar el desenvolvimiento de esta unidad económica, geográfica y social, para que armonice la forma de satisfacer sus necesidades más apremiantes y promueva el aprovechamiento de sus riquezas, de modo que se equilibren las posibilidades y necesidades de una entidades con las de otras. ...cuando el Sureste inicie su etapa de producción intensiva, los beneficios se extenderán a toda la República...".

El tiempo nunca se detiene. El desarrollo sí se estanca. El diagnóstico tiene validez en lo esencial y la propuesta es indiscutible: Dirigir la mirada y, sobre todo, las acciones de la Nación hacia las entidades del Sur-Sureste. Hoy, 50 años después, otros son los protagonistas que tienen, tenemos, la palabra. 

Referencia: Luis Echeagaray Bablot. "Planeación preliminar para el aprovechamiento de los recursos hidráulicos del Sureste...". En Lecturas Chiapanecas. Tuxtla Gutiérrez. Gobierno del estado de Chiapas. 1989.



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