Septiembre en Chiapas

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martes, 17 de junio de 2014

EL DIÁLOGO QUE NO ES DIÁLOGO Y LA PROTESTA QUE SÍ ES PROTESTA


Zoé Robledo*
18 de junio de 2014

El viernes trece de junio, los senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) abandonamos los debates en torno a las leyes secundarias dentro de la reforma energética. Abandonamos el debate en el Senado, porque ahí se violaron no solamente las normas establecidas en el reglamento vigente de debates, sino que también se faltó ala mínima ética política que no permite las burlas al país ni el autoritarismo contra los legisladores mexicanos en funciones.

Sin respeto a las minorías, legislativas o no, no hay democracia.  La práctica democrática implica aceptar a la pluralidad como un ingrediente del ejercicio libre del pensamiento y de la organización política. En ese orden, hablar de democracia oprimiendo a la minoría es, para decir lo menos, un juego perverso: la minoría, sobre todo cuando tiene diversas razones válidas, se debe expresar sin ninguna limitación en todos los foros legislativos.

Consecuentes con esa premisa de la democracia, los senadores del PRD optamos por retirarnos del diálogo-monólogo que habían implementado el PRI y su aliado el PAN. Ellos tienen la mayoría, pero se niegan a debatir las razones. En un primer paso, trazaron un calendario tramposo, suponiendo que los mexicanos quedarían paralizados mentalmente por el fútbol y esa mayoría pudiera aprovechar el momento, supuestamente favorable a ellos, para actuar con toda impunidad en el Congreso. Actuar sin mayores dificultades.

Ciertamente, a la mayoría de los mexicanos nos gusta el fútbol y disfrutamos o sufrimos respectivamente los altibajos de nuestra selección.  Tenemos puesta la camiseta del equipo nacional; pero esta actitud no se contradice con la opción por los intereses nacionales. No sería exagerado decir que al contrario, pero por ahora vayamos a otro plano del asunto.

Lo que sucedió en el Senado es que se violó el reglamento interno al pretenderse limitar las participaciones de quienes nos oponemos a una legislación entreguista relacionada con los energéticos. Nuestros argumentos han sido apabullantes sobre el error de dejar los recursos energéticos en manos privadas que no buscan el desarrollo del país, sino la ganancia pronta y fácil. No se puede poner a competir a PEMEX con los grandes corporativos transnacionales cuya acumulación de recursos y tecnologías lleva más de un siglo en algunos casos, y en muchos más en condiciones de depredación.
Como antes se ha reiterado, los veneros del petróleo no deben ser escriturados para la mano extranjera. PEMEX no es una empresa que promueva la bancarrota ni mucho menos.  Si tiene dificultades financieras es por la sencilla razón de que cubre más de la tercera parte del gasto nacional y, por eso mismo, no ha podido tener una mayor rentabilidad. Para los legisladores del PRD no está claro cómo se van a asignar los contratos ni quién va a substituir a  PEMEX como fuente de recursos para el presupuesto nacional. Tampoco está claro cómo se explica o justifica el deterioro ambiental que va a generar una inversión privada sin mayores cortapisas. Hay muchas dudas y estas son compartidas por la mayor parte de los mexicanos.

Tampoco compartimos, junto con muchos mexicanos, la intención de desnacionalizar los recursos petroleros y demás energéticos, que hasta ahora constituían una verdadera reserva física de la soberanía nacional. Inclusive, el ánimo nacional se refleja en mediciones hechas por el propio gobierno.
Por esa razón el PRD, representado por su cuerpo de senadores de la República  abandonamos el recinto senatorial. Esta acción política de protesta  no significa que abandonemos el debate, porque el debate sobre el tema es nuestro mejor escenario.  Nuestro mayor recurso es el de esgrimir argumentos de peso para evitar que se consume una acción que contiene muchos elementos de traición a las mejores esencias del país que se llama México.

Tampoco se piense que caemos en un anacrónico exceso nacionalista. Hoy el mundo es diferente y está más interrelacionado. Por eso mismo, necesitamos fortalecer un esquema preventivo que nos permita interaccionar en el entorno mundial en mejores condiciones. No creemos que el fútbol sea una actividad de tontos; por el contrario, lo asumimos con entusiasmo y pasión. Lo que no queremos es que se confunda la actividad con la intención.



* El autor es Senador por Chiapas y Secretario de la Comisión de Estudios Legislativos, Primera.

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