Quien crea que puede escaparse del futbol, no está
totalmente equivocado. Realmente se
puede retirar a una isla desierta o a algún lugar allá en la cumbre de los himalayas
nepaleses, aunque…quien sabe. En realidad al igual que de la política,
solamente se puede escapar siendo un dios o ermitaño. El futbol es considerado
muy importante por un buen sector de la población mundial y si así es
considerado: es porque es importante.
El futbol es parte de la cultura popular y el ser humano
no puede entenderse sin su cultura. Hasta los años veinte del siglo pasado, los
pensadores de mayores dimensiones consideraban que la cultura popular era poco
importante. Es hasta los años 20, cuando Gramsci comienza a ocuparse del arte
y, sobre todo, del arte popular.
Para Gramsci, no se trataba de una simple
superestructura, sino de un ingrediente esencial en la vida de los seres
humanos, cuyo comportamiento en el disfrute de su cultura era necesario
estudiar y explorar a fondo.
Para el
italiano Antonio Gramsci, era importante preguntarse y responder por qué a la
gente de pueblo le gustaba el futbol, el teatro o la música. Como un elemento
central, la cultura integrada por la manera en que los seres humanos “hacen las
cosas” es decisiva en la construcción de un esquema social. El cómo habla, cómo camina, cómo canta, cómo
juega futbol o cualquier otro deporte, también es un ingrediente esencial en la
estructura de las sociedades y está muy lejos de ser una simple
superficialidad.
Por eso, es importante reflexionar
seriamente sobre el futbol. Sus
evoluciones van más allá de la práctica deportiva, porque son ingredientes de
una cultura popular que condensa identidades y pasiones. Por eso mismo, no es
de extrañar que con frecuencia se pretenda utilizarlo como instrumento de
manipulaciones. Sin embargo, el uso del
futbol-nacionalismo como cortina para ocultar acciones de quienes detentan el
poder o como disparador de nacionalismos utilitarios, no es tan simple. Ha sucedido que a quienes pretendan utilizar
al futbol como factor de mediatizaciones no siempre lo han conseguido a
plenitud ni de manera permanente.
Se
pueden citar los casos de Chile y de Argentina durante sus dictaduras militares
de los setenta y ochenta. En el caso de
Chile, la eliminatoria para el mundial no alcanzó a borrar los recuerdos del
estadio de Santiago y en Argentina el público terminó con la consigna de
“¡Argentina campeón, Videla al paredón!”.
Sea como sea, el futbol es importante. En Brasil lo
juegan, según informaciones de los
medios electrónicos, más de 7 millones de personas, en tanto que en México son
3 millones. Los medios de comunicación
hablan de muchos millones de mexicanos pendientes de los partidos en Brasil,
aunque no hay cifras definitivas, solamente tenemos estimaciones.
De vuelta al título de esta columna,
seguramente no es fácil establecer una proporcionalidad entre el futbol y la
democracia. Seguramente no le iría mejor al equipo nacional si los jugadores y
el entrenador fueran electos democráticamente. Sería muy difícil llegar a un
acuerdo y las decisiones deberían, deben, tomarse de manera centralizada. Sin embargo, hay otros asuntos en los que la
voluntad de los mexicanos debe tomarse en cuenta, lejos del futbol y de sus
avatares. Tal es el caso de los
energéticos en el territorio nacional, cuyo desarrollo y destino debe ser
asumido desde el interés de la mayoría de los mexicanos.
En materia de energéticos es necesario
tomar en cuenta la opinión de los mexicanos, porque se trata de decidir desde
ahora nuestro futuro en el asunto de los insumos para la generación de toda
clase de energías.
El futbol es parte de la cultura nacional y
la elección de nuestro futuro energético tiene una relación directa con la vida
de los mexicanos en diversos planos.
El futbol no es enemigo del interés nacional. Por el contrario, la identidad en este
deporte debe ser correspondida con la defensa de los intereses nacionales.
BIBLIOGRAFÍA:
Antonio Gramsci, La formación de los intelectuales,
México, editorial Grijalbo, colección 70, 1963.
Información televisiva y radial. Junio de 2014
* El autor es Senador por Chiapas por el PRD.
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