Septiembre en Chiapas

Septiembre en Chiapas

martes, 24 de junio de 2014

LA DEMOCRACIA Y EL FUTBOL; O EL FUTBOL Y LA DEMOCRACIA



Zoé Robledo*
24 de junio de 2014


Quien crea que puede escaparse del futbol, no está totalmente  equivocado. Realmente se puede retirar a una isla desierta o a algún lugar allá en la cumbre de los himalayas nepaleses, aunque…quien sabe. En realidad al igual que de la política, solamente se puede escapar siendo un dios o ermitaño. El futbol es considerado muy importante por un buen sector de la población mundial y si así es considerado: es porque es importante.

El futbol es  parte de la cultura popular y el ser humano no puede entenderse sin su cultura. Hasta los años veinte del siglo pasado, los pensadores de mayores dimensiones consideraban que la cultura popular era poco importante. Es hasta los años 20, cuando Gramsci comienza a ocuparse del arte y, sobre todo, del arte popular. 

Para Gramsci, no se trataba de una simple superestructura, sino de un ingrediente esencial en la vida de los seres humanos, cuyo comportamiento en el disfrute de su cultura era necesario estudiar y explorar a fondo.
Para  el italiano Antonio Gramsci, era importante preguntarse y responder por qué a la gente de pueblo le gustaba el futbol, el teatro o la música. Como un elemento central, la cultura integrada por la manera en que los seres humanos “hacen las cosas” es decisiva en la construcción de un esquema social.  El cómo habla, cómo camina, cómo canta, cómo juega futbol o cualquier otro deporte, también es un ingrediente esencial en la estructura de las sociedades y está muy lejos de ser una simple superficialidad.

Por eso, es importante reflexionar seriamente sobre el futbol.  Sus evoluciones van más allá de la práctica deportiva, porque son ingredientes de una cultura popular que condensa identidades y pasiones. Por eso mismo, no es de extrañar que con frecuencia se pretenda utilizarlo como instrumento de manipulaciones.  Sin embargo, el uso del futbol-nacionalismo como cortina para ocultar acciones de quienes detentan el poder o como disparador de nacionalismos utilitarios, no es tan simple.  Ha sucedido que a quienes pretendan utilizar al futbol como factor de mediatizaciones no siempre lo han conseguido a plenitud ni de manera permanente.

 Se pueden citar los casos de Chile y de Argentina durante sus dictaduras militares de los setenta y ochenta.  En el caso de Chile, la eliminatoria para el mundial no alcanzó a borrar los recuerdos del estadio de Santiago y en Argentina el público terminó con la consigna de “¡Argentina campeón, Videla al paredón!”.
Sea como sea, el futbol es importante. En Brasil lo juegan, según informaciones  de los medios electrónicos, más de 7 millones de personas, en tanto que en México son 3 millones.  Los medios de comunicación hablan de muchos millones de mexicanos pendientes de los partidos en Brasil, aunque no hay cifras definitivas, solamente tenemos estimaciones.

De vuelta al título de esta columna, seguramente no es fácil establecer una proporcionalidad entre el futbol y la democracia. Seguramente no le iría mejor al equipo nacional si los jugadores y el entrenador fueran electos democráticamente. Sería muy difícil llegar a un acuerdo y las decisiones deberían, deben, tomarse de manera centralizada.  Sin embargo, hay otros asuntos en los que la voluntad de los mexicanos debe tomarse en cuenta, lejos del futbol y de sus avatares. Tal es el caso de  los energéticos en el territorio nacional, cuyo desarrollo y destino debe ser asumido desde el interés de la mayoría de los mexicanos.
En materia de energéticos es necesario tomar en cuenta la opinión de los mexicanos, porque se trata de decidir desde ahora nuestro futuro en el asunto de los insumos para la generación de toda clase de energías.

El futbol es parte de la cultura nacional y la elección de nuestro futuro energético tiene una relación directa con la vida de los mexicanos en diversos planos.
El futbol no es enemigo del interés nacional.  Por el contrario, la identidad en este deporte debe ser correspondida con la defensa de los intereses nacionales.

BIBLIOGRAFÍA:

Antonio Gramsci, La formación de los intelectuales, México, editorial Grijalbo, colección 70, 1963.

Información televisiva y radial. Junio de 2014


* El autor es Senador por Chiapas por el PRD.

No hay comentarios: