Septiembre en Chiapas

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domingo, 20 de noviembre de 2011

Chiapas, Samuel Ruiz y los Muros de la Memoria



En los muros de honor  de los congresos y otras instituciones, se reconoce a quienes participan de la construcción de la historia nacional o local. Estos muros son un homenaje a una trayectoria de vida y no a una coyuntura.



    Zoé Robledo

Los muros son zonas de límite. Construcciones que dividen, que impiden el paso. Hay muros ignominiosos: el muro de Berlín; el muro de Cisjordania, que divide a Israel de los territorios palestinos; el "Muro de la Tortilla", vergonzosa construcción -antiecológica por añadidura- que algunos norteamericanos imaginan empeñosamente como la mejor forma de evitar la histórica migración de México a Estados Unidos.
Pero también hay otros muros, no necesariamente vinculados a la ingeniería de dividir sociedades. Muros con un significado más rico y humano. Entre ellos están los muros de honor, esos espacios que instituciones públicas, como los congresos, dedican en reconocimiento a quienes participan de la construcción de la historia nacional o local. Son los muros de la memoria.
En Chiapas, la LXIV Legislatura local ha reflexionado sobre su historia reciente. En consecuencia, las siete fuerzas políticas representadas aprobamos un decreto para reconocer, con la inscripción en letras doradas en el Muro de Honor del Salón de Sesiones del recinto legislativo, los nombres de ilustres y distinguidos protagonistas de nuestra historia que brindaron valiosos servicios y perdurables ejemplos. El reconocimiento fue para la escritora Rosario Castellanos Figueroa; el profesor Edgar Robledo Santiago; el poeta Enoch Cancino Casahonda; los ex gobernadores: Juan Sabines Gutiérrez, Manuel Velasco Suárez y Salomón González Blanco, y un personaje más: Samuel Ruiz García.
Es evidente que los nombres elegidos representan distintas generaciones, diferentes esferas del quehacer humano, diversas formas de ver y entender a Chiapas. Y es que la acción no tiene el fin de reconocer a quienes piensan igual, sino a quienes empeñaron su talento para hacer de Chiapas un lugar mejor, más próspero y más justo. Los muros de la memoria chiapaneca son espacios de chiapanecos libres y, por eso mismo, de ideas distintas. En ellos no debe prevalecer la unanimidad, que es el sustrato esencial del autoritarismo; sino la convivencia de las pluralidades. Temer a la pluralidad es temer a la libertad.
En ese sentido, el pasado 10 de noviembre, cuando se develó en Sesión Solemne el nombre de Samuel Ruiz, hubo dudas y cuestionamientos sobre las verdaderas aportaciones de quien fuera obispo de la diócesis de San Cristóbal durante cuatro décadas y presidiera la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) durante el conflicto zapatista de 1994.
Es claro: Samuel Ruiz García es un gran aportante a la historia de Chiapas. Por sus propósitos de paz; por su permanente ejercicio del humanismo y por su intensa obra de reivindicación de los pueblos indígenas y, al mismo tiempo, la defensa de los derechos humanos de todos. Fue un personaje de respetada fe y acción, de iniciativa para construir. Su gran legado para Chiapas está en el hecho, a veces heroico y siempre generoso, de ayudarnos a conocer otros planos de nuestras realidades. De aceptar las diferencias y darle un sentido de orgullo a la diversidad. Don Samuel convocó a los mexicanos para conocer los puntos marginales de nuestra cultura y de nuestro ser. Su lectura de Chiapas la compartió generosamente por distintas latitudes y grupos sociales. Hizo una lectura de Chiapas y no la lectura del estado.
En su largo andar, don Samuel no cosechó unanimidades. No lo hace quien con vocación de cambio enfrenta una realidad de injusticia. Fue un hombre polémico dentro y fuera de la Iglesia, pero nadie puede regatearle el respeto por su entereza, por su convicción y por su coherencia. Don Samuel Ruiz, desde sus evoluciones a la Teología de la Liberación, siempre fue don Samuel Ruiz. Discutido o no, su vida comprometida fue un ejercicio de coherencia.
Por ello, es una honrosa atribución mantener en la memoria colectiva el legado de hombres como don Samuel Ruiz. Su inscripción en el muro de la memoria es un reconocimiento a una trayectoria de vida y no a una coyuntura. Es el reconocimiento de una sociedad madura, en su libertad y pluralidad, que ha construido y necesita engrandecer su cultura de paz y tolerancia.
Samuel Ruiz lo sabía, y es propio recordarlo: Chiapas será la casa de todos o no lo será de nadie. La justicia, cuando es parcial, solamente es una modalidad disimulada de injusticia. Por eso reivindicamos la idea de Don Samuel cuando advertía: "Construir y mantener la paz en la justicia es responsabilidad de todos. En la búsqueda de esa paz hemos de actuar movidos por un amor generoso y magnánimo, dispuestos al perdón y a la reconciliación".
Los muros de la memoria no dividen, unen, no concluyen el camino, sino recuerdan que hay distintos senderos para acercarse a la meta común. En Chiapas, reconocer nuestra diversidad, valorarla en sus aportaciones y darle un lugar en la historia es parte de nuestro empeño por vivir en armonía, en donde todos cabemos y todos somos necesarios. La justicia siempre convida a la paz. La libertad de pensar de unos es la libertad de todos.
El autor es presidente del H. Congreso del Estado de Chiapas.





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