Zoé Robledo*
08 de abril de 2014
Sin duda alguna, hay un debate a fondo en torno a
los energéticos en México y en particular en relación con los hidrocarburos.
Hay un debate intenso y muy comprometido en todos los sentidos. Sin embargo, el
tema de los energéticos apenas ha sido cubierto de manera parcia en nuestro
país; falta abordar el tema de los problemas internacionales que ya han
comenzado a presentarse. Y es que el escenario internacional en la materia ha
cambiado más rápido que en otros planos de la vida en el planeta.
Desde los inicios del siglo XX hasta los años
ochenta del mismo, el desarrollo de los energéticos basados en los
hidrocarburos y el carbón mineral transcurrió sin mayores complicaciones. El
consumo aumentaba y estos incrementos se reflejaban inmediatamente en la
oferta. A su vez, cada incremento en la oferta, por razones de baja en los
precios, se traducía en una mayor demanda. Era un ejemplo digno de los mejores
sueños de la economía de mercado.
Sin embargo, hacia los años ochenta, el panorama
comenzó a cambiar. Hubo irregularidades en la oferta debido al escenario
violento del Medio Oriente, mismas que se alternaron con crisis económicas que,
en sentido opuesto, disminuyeron la demanda y la producción en sí comenzó a
tener dificultades. De cualquier manera, los precios internacionales del aceite
crudo o procesado se tornaron cada vez más volátiles en uno u otro sentido.
En ese marco, hacia finales del siglo XX, el
escenario comenzó a estabilizarse. Hubo un incremento en la demanda por el ascenso
de China y de India como países en plena expansión económica, pero con una cada
vez mayor dependencia respecto a la oferta mundial de carburantes fósiles. Tanto en uno como en otro país, la demanda se
ha incrementado debido al relanzamiento de sus economías y al uso cada vez
mayor por parte de los grandes grupos sociales que ascienden a mejores niveles
de vida que, por supuesto, insumen una mayor cantidad de elementos energéticos.
Por lo general, los consumidores tradicionales de
los hidrocarburos han mantenido tazas más o menos estables en sus evoluciones
como demandantes. Por su parte, los países productores han estabilizado los
precios, pero es evidente que han aparecido nuevos factores y uno de ellos es
la preocupación mayor y más extendida por los riesgos ambientales que genera
esa vía de generación de energía. Los gases de invernadero y la contaminación
directa han inducido ya muchas reticencias sobre la continuidad de ese modelo
generador de energías para todos los usos. Esta circunstancia ha conducido a la
búsqueda de fuentes alternativas que pueden ser menos costosas y menos
agresivas para el medio ambiente que los hidrocarburos.
Por supuesto, el uso del petróleo como combustible
solamente es una de las modalidades del consumo. El petróleo incluye una creciente cantidad de
derivados de utilidad muy diversa y, lo que es más importante, de valor
agregado creciente. El negocio menos redituable para los productores de
petróleo es usarlo como combustible: en la petroquímica el valor crece de manera
geométrica. Por eso mismo, el consumo de este elemento no va a disminuir, pero
sí va a experimentar una nueva orientación ante lo cual nuestro país no tiene
ninguna política energética en puerta.
Es necesario revisar el nuevo papel de Estados
Unidos. Hasta la fecha aquel país es dependiente de la oferta internacional,
pero ya está a punto de ser autosuficiente y en las próximas décadas va a
convertirse en una nación exportadora. Además, los altos precios de los
combustibles tradicionales —como el petróleo, el gas y el carbón— han generado
un rápido desarrollo de las energías alternativas, que han comenzado a
utilizarse en otros países con un efecto inevitable en la demanda de
hidrocarburos. De todas maneras, México va a ser un país que, desde el punto de
vista petrolero, tendrá una importancia distinta a la de ahora, respecto a
Estados Unidos en particular y en el escenario internacional del futuro
próximo.
Estas circunstancias deben tomarse en cuenta a la
hora de diseñar una política de energéticos realista y protectora de los
recursos nacionales. Es urgente reflexionar sobre el comportamiento del tema de
los energéticos a nivel mundial en los años que siguen. Debemos recordar que no
constituimos una ínsula lejana y autosuficiente. Somos un país que tiene un
entorno internacional complicado y que
este escenario debe ser objeto de análisis de manera permanente.
En pocas palabras: Necesitamos revisar el entorno
internacional para los energéticos. El mundo ha cambiado y los cambios van a
afectarnos. Del conocimiento de lo que
pasa y de las acciones preventivas a realizarse de manera puntual dependerá en
sentido y el tamaño de los efectos.
* El autor es Senador por Chiapas por el PRD.
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