Septiembre en Chiapas

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viernes, 15 de agosto de 2014

Nueva mayoría



COLABORADOR INVITADO / Zoé Robledo
15 Ago. 2014

En la discusión de la reforma energética se confrontaron perspectivas en dos planos distintos. Uno sobre qué hacer con la riqueza petrolera del país. En ese plano, el PRD en el Senado formuló insistentemente una pregunta: ¿reforma energética para qué? Sabemos que el modelo está agotado y por eso propusimos una reforma energética modernizadora que usara la riqueza petrolera para atender nuestros problemas nacionales.

El segundo plano tiene que ver con la forma como entendemos la democracia y cómo la ponemos en acción para procesar el disenso. Hubo quienes, en el Senado, tuvieron la tentación de anular al discrepante. Afortunadamente fracasaron.

Los senadores del PRD no renunciamos a la vocación democrática de ser una voz crítica y razonable. Desfavorecidos por la aritmética legislativa, reivindicamos nuestra posición minoritaria diferenciándonos del resto de los partidos: no fuimos la bancada del no; sino del cómo sí. ¿Cómo sí hacer de la renta petrolera una efectiva y socialmente responsable palanca de desarrollo? ¿Cómo sí crear controles democráticos en el manejo de los recursos provenientes del petróleo que eviten la corrupción y permitan la transparencia? ¿Cómo sí abrevar de las mejores experiencias internacionales sobre mecanismos legales para el manejo de los excedentes petroleros con un sentido social? ¿Cómo sí ver hacia el futuro de la energía limpia y renovable?

La crítica recurrente de los promotores de la reforma fue que nuestros planteamientos son ideológicos. ¡Y claro que lo son! Los son en la medida en la que nos diferenciamos en cómo concebimos el rol del Estado y defendemos lo público. Tener un rico y próspero sector energético no vale en sí mismo sino en la medida en la que éste pueda funcionar como el pegamento para transitar hacia un nuevo pacto social que reconcilie a la democracia con el mercado. ¿Cómo? Reconociendo la desigualdad como el problema a resolver y después definiendo las prioridades y destino de esta reforma para construir una sociedad de oportunidades para los más vulnerables.

Kaushik Basu, vicepresidente del Banco Mundial, lo plantea así en su libro Más allá de la mano invisible (FCE, 2013): "Al diseñar la política es muy importante tratar de especificar claramente nuestros objetivos últimos... Lo bueno o malo de una política depende de la forma en que afecte a lo que en última instancia valoramos en nuestra sociedad". Y propone una medida: evaluar el bienestar del país enfocándonos en el bienestar y en el ingreso del primer quintil, es decir del 20% más pobre. Concentrarnos en las personas que están en situación más desventajosa dentro de la sociedad, señala Basu, debe ser el principal objetivo de las acciones de la Economía.

Esta discusión resulta relevante para la democracia misma. Y es que la desigualdad económica desmorona los cimientos de la democracia que tiene como premisa lógica la igualdad entre "una persona, un voto". Cuando en la vida política el voto de los muy ricos es más influyente que el de los demás que no lo son, la democracia misma se ve erosionada y desprestigiada como forma de gobierno.

En el proceso legislativo el resultado numérico era previsible. Fuimos en minoría y democráticamente nos atuvimos a la regla de la mayoría. Advertimos que el voto a favor se distanciaría de la opinión de la mayoría respecto a la reforma energética. Los datos de la encuesta nacional de julio de Grupo Reforma nos dan la razón: 57% de priistas y 61% de panistas se manifiestan en contra de la apertura del sector petrolero al capital privado.

En la consulta popular los equilibrios cambian. Ahí hay una nueva mayoría: La ciudadana, la que está desencantada de los partidos como mecanismos para procesar sus demandas y que considera útil que haya una consulta popular sobre la reforma energética: 66% de los ciudadanos según la misma encuesta. La Constitución pone en manos del pueblo la decisión última sobre los temas trascendentes de la nación, por ello la aprobación de la reforma energética en el Congreso no es el punto final, la decisión última está ahora en manos de quien ostenta la soberanía y no solo de quienes la representan.

 
El autor es Senador de la República por Chiapas (PRD).


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