Septiembre en Chiapas

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domingo, 22 de mayo de 2011

Martelly: entre el público y el pueblo








Asesorado por Antonio Sola, un irreverente cantante de música popular se convirtió en el nuevo presidente de Haití


Por Zoé Robledo:



"Simplemente pienso que es el deber de cada ciudadano participar en contiendas políticas y votar".
Frank Sinatra

Un cantante aprovecha su popularidad para acceder al poder. Y lo alcanza, y lo ejerce, y no le va mal. Busca más poder pero fracasa. Entonces vuelve a los escenarios, a seguir cantando. Se trata de Ramón Palito Ortega, popular cantante argentino que ocupó la gubernatura de la provincia de Tucumán en el noreste de Argentina de 1991 a 1995 bajo el impulso del entonces presidente Carlos Saúl Menem. Fue senador nacional por Tucumán (1995-2001) y candidato a la vicepresidencia en 1999 en la fórmula del Partido Justicialista encabezada por Eduardo Duhalde y que fue derrotada por Fernando de la Rúa. Hoy ha regresado plenamente al mundo del espectáculo. En marzo del 2009 dio una entrevista al periódico Perfil en la que declaró: "hay mucha gente que se confunde con el poder. Es cierto que el hombre en general ambiciona el poder, pero no creo que haya un político que tenga más poder que un artista importante".

Palito Ortega es uno de los referentes, quizá el más cercano y reciente, de un individuo que ha experimentado ambos fenómenos sociales: la fama que acarrea el mundo del espectáculo y el poder que otorgan los puestos de elección popular. En la nueva dinámica política, pareciera que para ganar elecciones pesa más la popularidad que la trayectoria, la presencia en medios de comunicación que la organización política, la imagen que las ideas. La celebridad allana el camino al construir conexiones emocionales con el público que, a la vez, se convierten en simpatías, adhesiones y, al parecer, en votos. Hoy somos testigos del caso más radical de la fusión de esas dos esferas: Michel Martelly, el cantante mejor conocido por sus seguidores como Sweet Micky y por sus electores como Tete Kale, tomó posesión el 14 de mayo como nuevo presidente de Haití. Alrededor de su figura se levantan tres preguntas: ¿quién es?, ¿cómo llegó al poder? y, sobre todo, ¿cómo piensa ejercerlo?

¿Quién es 'Sweet Micky'?
En 1995, cuando una revista publicó una encuesta en la que Michel Martelly aparecía como una de las personas más populares de Haití, sólo debajo del entonces presidente Jean-Bertrand Aristide, el músico hizo pública su plataforma política a una publicación mensual de Puerto Príncipe: "si soy electo presidente, cantaré desnudo arriba del Palacio Nacional". En aquellos años, Martelly residía en Miami, su grupo Sweet Micky (de donde adoptaría el sobrenombre) era un éxito rotundo con el ritmo del Compas, un estilo de música popular basado en el merengue dominicano. Entre canción y canción, Martelly interactuaba con la audiencia, con crudos comentarios sobre las mujeres y provocativos señalamientos políticos. Su apoyo a los militares que derrocaron a Aristide del poder en el golpe de Estado de 1991 y la posibilidad de que, algún día, un cantante de Compas fuera Presidente.

La periodista Elise Ackerman publicó un perfil suyo en 1997 en el Miami New Times: "la voz de Martelly es baja y relajada, como el ronroneo de un gato. Se comunica en un inglés improvisado que es enriquecido por los ritmos de sus lenguas maternas, el criollo haitiano y el francés. Cuando canta mezcla el argot de las tres lenguas, produciendo un ritmo babélico de vulgaridad".

Martelly nació en Puerto Príncipe en 1961 en el entorno de una familia de clase media haitiana. Su padre, Gerard Martelly, era supervisor de una planta petrolera. Estudió en la escuela católica Saint Louis de Gonzague y en el Centro de Estudios Secundarios. Tenía la intención de inscribirse a la Escuela de Medicina pero no logró aprobar los exámenes de ingreso, por lo que fue rechazado. Entonces se enroló en la Academia Militar Haitiana, de la que desertó para emigrar a Estados Unidos a buscar trabajo. Trabajó en una tienda de abarrotes y se matriculó en la Universidad Comunitaria Red Rocks, pero sólo cursó un semestre. Regresó a Haití durante un breve tiempo pero volvió a los Estados Unidos, se casó y tuvo un hijo. En 1987 regresó a Haití y es cuando comienza a desarrollar una carrera artística, hasta convertirse en la figura más importante de la escena musical de Haití.
Con una indudable popularidad, Sweet Micky creó la Fundación Rosa y Blanca, que realiza trabajos humanitarios a favor de los sectores más pobres y marginados de Haití. Fue nombrado por el presidente René Preval embajador haitiano de Buena Voluntad para la protección del Medio Ambiente. Y luego vino su postulación a la Presidencia en 2010.




El acceso de 'Tete Kale'
Martelly ganó por amplia ventaja en la segunda vuelta: 67.57 por ciento de los votos. Le ganó a una candidata fuerte y que es casi su antítesis: la ex primera dama Mirlande Manigat. Como lo señala el semanario The Economist, "fue una competencia de opuestos". Mirlande, de 70 años, es esposa de Leslie Manigat, el primer presidente de Haití en ser elegido por sufragio popular; tiene un doctorado en Ciencia Política por la Sorbona y es vice-rectora de la Universidad de Quisqueya. Es una mujer preparada para el poder. Con su plan reformista logró el primer lugar en la primera vuelta; pero los haitianos, entre una opción seria e institucional, casi maternal, y el arrollador carisma de Martelly, optaron por lo segundo.

Martelly como candidato supo modular el volumen de su discurso. Cambió sus estrafalarios atuendos por trajes hechos a la medida y desarrolló una campaña muy al estilo norteamericano; con un tono festivo y familiar que atrajo a la población más joven. No más Sweet Micky; el candidato fue llamado Tete Kale en referencia a su cabeza totalmente calva. Se atribuye esta metamorfosis de imagen a la consultora electoral de origen español Ostos & Sola, los mismos que asesoraron en su momento a Felipe Calderón y al partido derechista ARENA en El Salvador. Según la página de internet de dicha consultora (www.ostossola.com) Antonio Sola fue director de la campaña y Gloria Ostos estuvo encargada de la estrategia internacional. La firma consultora asegura que inició en octubre con un take over de la campaña electoral, cuando el candidato contaba con un 5 por ciento de intención de voto. Los españoles se concentraron en el extraordinario carisma de Martelly, "un hombre honesto y preparado para trabajar en la reconstrucción de Haití, sin hipotecas y con libertad para trabajar por su pueblo". El lema de la campaña fue el sobrenombre Tete Kale, "la esencia de Michel Martelly. Significa cabeza rapada, pero también estoy contigo hermano, estoy contigo en todo hasta el final".

Evidentemente, se trató de una campaña con poco discurso y mucha imagen, pocas ideas políticas y mucho marketing electoral, con gran presencia en internet, redes sociales y actos multitudinarios con mucha música. Aún así, el enorme porcentaje de la votación que obtuvo Martelly representa, nominalmente, un respaldo pequeño de la población. Y es que obtuvo el 67.57 por ciento de los votos del 25 por ciento del electorado que salió a votar en el ballotage.

Presidente Martelly
Sweet Micky, el músico, fue conocido por su estilo irreverente y provocador; por su estilo de vida hedonista, por sus letras llenas de mensajes machistas, por vestirse de mujer o dejar a la vista sus partes privadas durante sus presentaciones, por aceptar que durante un tiempo fue adicto al crack. Pero Martelly, el político, tiene otros pecados, otros fantasmas que lo acompañaron durante la campaña y seguirán con él en el ejercicio del poder: es el primer presidente democráticamente electo de Haití que no estuvo involucrado en el movimiento para derrocar al dictador Jean-Claude Baby Doc Duvalier. De hecho, se ha mencionado que estuvo relacionado con el brutal grupo paramilitar de los Tonton Macoute, que estuvieron al servicio tanto de Papa Doc como de su hijo Jean-Claude. Las excentricidades se pueden cortar de tajo, como lo ha prometido; ahora es el turno de dar señales de un compromiso sólido y verdadero con la incipiente democracia de Haití, un país cuya historia está llena de golpes de Estado, dictaduras, gobiernos interinos y líderes que prometían. Un dato ilustra a la perfección la inestabilidad política del país más pobre de América: René Preval, que entregó el poder a Martelly, es el primer Presidente en la historia de Haití en terminar su mandato.

Es difícil ubicar a Martelly en el espectro ideológico. Algunos creen que se comportará como un demagogo de derecha. La idea se fortalece cuando ha dejado ver su intención de crear un "Ejército moderno" en Haití, a 16 años del desmantelamiento de esa fuerza. Y es que desde 2004 la seguridad del país está a cargo de la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah), creada para restaurar el orden tras el violento derrocamiento de Aristide. Por otro lado, sus últimos discursos han estado plagados de conceptos como libertades civiles, Estado de derecho y creación de empleos con impulso a la inversión.

Lo cierto es que no se pueden hacer juicios muy apresurados sobre Martelly. Al final, su principal fuerza es su popularidad, y ésta podría transformarse en un liderazgo real para emprender tres grandes cruzadas: la recuperación tras el terremoto que azotó al país el 12 de enero de 2010 hasta dejarlo en ruinas, la lucha contra la corrupción y la instauración del Estado de derecho. Como lo plantea Mary Anastasia O'Grady, de The Washington Post, Martelly podría tener más que ofrecerle a su país de lo que parece: "René Preval (su antecesor) no tuvo el coraje o la voluntad para desafiar al gobierno tipo mafia que heredó en 1996 y otra vez en 2006. Cuando un terremoto de 7.0 azotó Haití en enero de 2010, el país se encontró sin liderazgo".

En ese sentido, una visión muy clara la tiene Jorge Argüello, embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas, un país con un compromiso serio con Haití. En un artículo publicado en el periódico Página 12 plantea que el tema de Haití requiere de mucho más que ladrillos: "...se trata de reconstruir, en verdad, una sociedad regida también por el Estado de derecho, que debe levantarse desde sus mismos cimientos políticos y jurídicos. Hablamos de registros civiles, de leyes comerciales, de la capacidad del Estado de cobrar impuestos, de garantías jurídicas en general. Eso puede valer para el futuro de los haitianos -la inmensa mayoría jóvenes- tanto como los ladrillos y la ayuda exterior para alimentarse, crecer sanos o educarse".

En suma, ¿hay que preocuparse porque llega al poder un hombre sin experiencia ni habilidades probadas para la gestión de gobierno? No, siempre y cuando su ejercicio de gobierno tenga muy claro que el público, convertido en electorado, son dos cosas muy distintas al pueblo. Y, en ese sentido, una trágica ironía del destino puede ser la señal para que Sweet Micky y Tete Kale queden en el pasado y surja el presidente Michel Martelly: Hoy, ya en el poder, no podrá cumplir la promesa que hizo la primera vez que expresó su intención de ser Presidente en 1995: no podrá cantar desnudo en el Palacio Nacional, el edificio se derrumbó en el terremoto de enero de 2010.



El autor es politólogo y analista político. Twitter: twitter.com/zoerobledo

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