Septiembre en Chiapas

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miércoles, 16 de octubre de 2013

Impuestos: la transparencia obligada: Zoé Robledo*




Muchos libros tradicionales de  historia se parecen a algunas películas de diversos tiempos. En el cine se ve a caballeros bien vestidos, damas excelentemente ajuareadas, automóviles deslumbrantes y, sobre todo, gobernantes poderosos.  Los hombres o damas del gobierno, así sean reyes,  visires, sultanes, primeros ministros o presidentes, emprenden guerras o carreras espaciales, o asignan recursos para obras de distinto tamaño.  A veces combaten el hambre, la injusticia o promueven la ciencia y la cultura.
Con frecuencia, viajan de un continente a otro; disfrutan o sufren la vida y distribuyen dinero a manos llenas. Tanto los libros de historia —o de crónica o de simples recuentos de frivolidades— así como las películas, en su mayoría, pasan por alto un asunto: ¿De dónde viene el dinero que los caballeros o damas gastan tan abundantemente? ¿De dónde viene el dinero para las guerras o para atender los caprichos de las señoras encopetadas y los gobernantes poderosos? ¿Quién paga las cuentas de afamados agentes secretos como James Bond en los casinos de la Costa Azul francesa?  Las preguntas abundan.
        
Por supuesto, a lo largo de la historia, ha habido cuatro formas tradicionales de obtener dinero para los países: cobrando tributos a los pueblos vencidos; fabricando dinero en cantidades industriales; asumiendo deudas y cobrando impuestos a los ciudadanos de la  nación.
Hoy, las condiciones han cambiado, ya casi no hay países que paguen tributos; tampoco se puede fabricar dinero sin respaldo, porque ya se conocen los resultados catastróficos de esta práctica. Los empréstitos pueden funcionar relativamente bien si se usan para actividades que generen nuevos ingresos, o bien hasta que…hay que pagar. Por eso, se ha recurrido a cobrar impuestos.
Los impuestos  por parte de los gobiernos autoritarios, no se ponen a consideración de los ciudadanos, ni son proporcionales ni justos, son sencillamente, como su nombre lo indica, impuestos.
        
Si hubiese necesidad de recordar a los clásicos de la política, los ciudadanos cedieron parte de su libertad al Estado y también, en un contrato tácito, contrajeron la obligación de sostenerlo económicamente. El gobierno, que debe encargarse de los servicios públicos: desde la defensa del país hasta la limpieza de las ciudades, requiere de recursos económicos inmediatos y suficientes.  Los ciudadanos, que ya contrajeron la obligación, deben construir (aún cuando sea doloroso o, por lo menos, poco atractivo) una cultura del pago obligatorio y continuo.
        
En los países democráticos o en transición hacia la democracia el gobierno no puede imponer las contribuciones de manera unilateral; sino que debe tomar en cuenta las condiciones reales de la economía nacional y de los distintos sectores que conforman la comunidad en el país. En contraparte, la población debe pagar, aunque ese pago implique un sacrificio. Al final, no existe ningún país o comunidad nacional que no cobre impuestos, aún cuando las dimensiones sean diferentes. Hay “paraísos fiscales”, pero su existencia es excepcional y, con frecuencia, vecina del delito internacional.
        
En el caso mexicano, el paternalismo gubernamental, los privilegios a grupos o sectores, el costo político de crear y cobrar impuestos y la muchas veces  ineficiente y hasta corrupta forma de administrar los recursos públicos, desalienta y distorsiona las contribuciones fiscales.  Nadie tiene incentivos para contribuir si se mal usa o se roban lo recaudado.
Los impuestos, hay que aceptarlo, son necesarios. Pero aceptar la obligación de pagar impuestos implica también asumir derechos. Derecho a saber cómo y en qué se gastan las contribuciones, a servicios públicos de calidad, a exigir el uso eficiente y honesto de lo aportado por todos.
En los próximos días habrá de discutirse en el Congreso Federal la llamada Reforma Hacendaria, que intenta recaudar más recursos para el Gobierno Federal, ajustando impuestos y tarifas públicas. Esta Reforma tiene aspectos positivos como gravar más a quienes más tienen y eliminar privilegios fiscales a las grandes empresas; pero también tiene propuestas inaceptables como subir el IVA en la franja fronteriza, norte y sur, cobrar impuestos a la vivienda y a las colegiaturas. Esta Reforma habrá de analizarse detalladamente y evaluar su pertinencia caso por caso, propuesta por propuesta.
Si el gobierno está pensando en subir impuestos debe de entrada, asumir un compromiso con la transparencia y con proveer mejores servicios. Solo así podrá, en parte, convencer a los contribuyentes para que  hagan más sacrificios Las cuentas claras no solo conducen a amistades largas, sino también a una relación más sana de derechos y obligaciones entre gobernados y gobernantes, en suma, a una mejor democracia. 
Bibliografía
Leo Huberman. Los bienes terrenales del hombre. México. Editorial Nuestro Tiempo. 1972. En este texto se describen algunas peripecies del Estado y la ciudadanía en los inicios de la historia del capitalismo.  Es decir, de la historia de la economía en el mundo occidental.
* El autor es Senador por Chiapas por el PRD.

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