Mensaje del Senador Robledo sobre las reservas del Artículo 364 Bis de la Ley Laboral relativo a la autonomía sindical en los Sindicatos |
Honorable asamblea
En un verdadero estado democrático, la transparencia es el instrumento
fundamental de los ciudadanos para establecer un control sobre el ejercicio del
gasto y actuación de las instituciones que utilizan recursos públicos.
En materia sindical, el principio no es excepción ni debe ser patente
para continuar enriqueciendo el bolsillo de líderes cuyo discurso laborista, por
cierto anacrónico y propio de un México que queremos dejar atras, encubre a los
nuevos magnates de la producción
capitalista, cuyas fortunas están basadas en la opresión, el engaño y la traición a su propia clase
social; conductas que el marco normativo, vigente desde la época de Luis N
Morones y de Fidel Velásquez, permite con toda impunidad.
La discusión de este artículo, el 364 bis establece que en el registro de los sindicatos se
deberán observar los principios de legalidad, transparencia, certeza,
gratuidad, inmediatez, imparcialidad y respeto a la libertad, autonomía y
democracia sindical.
Si
bien los sindicatos no están bajo una figura de derecho público, los
trabajadores adquieren derechos y obligaciones al integrarse a una asociación
sindical, dentro de las cuales, se encuentra el pago de cuotas para el
mantenimiento de la propia organización.
La
regulación sindical establecida en la
Ley, tiene un doble aspecto: la parte de la autonomía
sindical consagrada en la
Constitución y la obligación de la autoridad de darle certeza
a la constitución de los sindicatos y verificar que cumplen con las
obligaciones que establece la ley.
El
sentido del artículo que se analiza es garantizar principios rectores desde el
momento del registro de una agrupación sindical.
Los sindicatos tienen su fundamento constitucional en el derecho de
los trabajadores de asociarse para la defensa de sus intereses comunes,
contenido en el apartado A fracción X del artículo 123 constitucional. La
fracción XVI del mismo apartado y artículo señala que tanto obreros como
empresarios pueden formar sindicatos para la defensa de sus respectivos
intereses.
Estas organizaciones de trabajadores pertenecen al sector social de la
economía nacional según lo dispuesto por el artículo 25 constitucional, el cual
también establece la rectoría del Estado sobre este sector, a fin de garantizar
el régimen democrático, la justa distribución del ingreso y la riqueza y, el
pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases
sociales.
En este sentido la transparencia sindical significa el fortalecimiento
de los derechos de los agremiados y del sistema económico nacional, fomentando
la competitividad, la confianza y la rendición de cuentas de estas
organizaciones.
Nos queda muy claro, la autonomía sindical es un derecho de la clase
trabajadora, pero ese derecho es para
evitar la intervención indebida de los patrones o de instancias del estado.
La autonomía es para resguardar derechos de los trabajadores, NO para
limitarlos.
Nuestra propuesta debe entenderse desde una Visión de Estado, no desde
el reducido espacio del interés patrimonialista.
La transparencia NO vulnera ni trastoca a la autonomía sindical.
No incorporar la transparencia y democracia sindical en la reforma
laboral que nos ocupa, es seguir alimentando un modelo de organización gremial
corrupto, que frena el desarrollo económico, que lastima la dignidad y el
bolsillo de los trabajadores y que se
sobrepone a los principios que como nación tenemos.
¡Soberano es el pueblo, NO los sindicatos y mucho menos sus líderes!
La transparencia y la rendición de cuentas nutren y perfeccionan las
organizaciones de los trabajadores, no las vulneran ni las debilitan.
NO puede haber un México democrático, sin sindicatos fuertes,
vigorosos, democráticos y transparentes.
El Senado tiene la encomienda histórica de revisar que esta reforma
laboral considere la democracia sindical, la transparencia y de rendición de
cuentas.
No dar paso a la transparencia
y democracia laboral es dejar “mocha la ley”, convertirla en un remedo de lo
que el país necesita, en la antítesis constitucional entre lo que somos y lo
que pretendemos ser; en la abominable
creación de un Frankestein legislativo a cuyo paso el trabajador agremiado a
los pequeños y grandes sindicatos, nos recuerden el yerro, la ligerezay la
falta de voluntad política en nuestras decisiones.
Quien no este de acuerdo aquí con la transparencia y rendición de
cuentas en los sindicatos que lo diga sin rodeos, sin lenguajes ocultos ni
rebuscadas frases.
El día de ayer, como secretario de la comisión de estudios
legislativos que dictaminó por parte del senado la reforma laboral, fui testigo
del rechazo sistemático de una fracción de legisladores a la transparencia
sindical. Hoy espero que la sensibilidad política y el interés de México
dibujen una historia distinta.
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