Septiembre en Chiapas

Septiembre en Chiapas

sábado, 14 de septiembre de 2013

14 de septiembre la mexicanidad chiapaneca




El 14 de septiembre es el día más significativo para los chiapanecos.  Es el día de nuestra mexicanidad, de una mexicanidad democrática, de una mexicanidad que encierra enseñanzas y valores.
El 14 de septiembre de 1824, los chiapanecos de entonces hicieron valer la voluntad mayoritaria y decidieron libremente ser mexicanos.  Hoy, estamos aquí para celebrar un nuevo aniversario de aquel amanecer del federalismo en nuestra nación.
En 1824 la voz de los chiapanecos se dejó escuchar. A través de un plebiscito, de un ejercicio de consulta al pueblo, los chiapanecos de entonces decidieron ser parte de la nación mexicana. No de Guatemala, no una nación propia, sino parte sustantiva de México.
La Federación de Chiapas a México nos deja para los mexicanos de hoy la clara lección de la importancia de recurrir, en los momentos de las decisiones trascendentes, al sentimiento y la inteligencia colectiva. A sin temor, consultar a la sociedad, al pueblo, para trazar un camino conjunto que evite discusiones tan largas como estériles; y recoja democráticamente la decisión popular afrontar los retos de las décadas por venir.
En Chiapas asumimos sin temores la decisión colectiva para los grandes temas que nos afectan, asumimos el método y asumimos también sus consecuencias.
Hay que tenerlo presente: 1824 eran tiempos difíciles para la joven república mexicana. Había desconciertos y divisiones internas que se sumaban ominosamente a las amenazas extranjeras.
Los signos de la historia no eran venturosos y el porvenir se pronosticaba lleno de adversidades.  Las amenazas recorrían la geografía nacional y la conciencia de los mexicanos.  La integridad del territorio estaba en riesgo y, en la misma medida, la integridad espiritual  se veía seriamente  comprometida.
Los chiapanecos de ese tiempo así lo percibieron. Se incorporaron a la Nación Mexicana con la idea clara de que pasaban a formar parte de un proyecto de comunidad nacional que implicaba esfuerzos mayores.

Sentíamos, sabíamos, que el rumbo era el correcto.
Los chiapanecos NO nos incorporamos a la nación mexicana para ver que podía hacer ella por nosotros, sino para ver cómo podíamos construir juntos una gran patria para todos.
En ese gran proyecto hemos estado atentos y ocupados. Hemos sido partícipes de los momentos más delicados y trascendentes de nuestra historia como nación.  Los chiapanecos de muchos años han hecho patente su valor y su talento en la construcción y en la defensa de la Patria.  Hubo soldados chiapanecos prestos para enfrentar la amenaza de la reconquista; también para detener la invasión norteamericana y para afrontar las acciones del Segundo Imperio.  Hubo también chiapanecos en las causas liberales y republicanas de todo el siglo XIX.
Hoy, Chiapas, debe recuperar ese rumbo.  El rumbo que nos da sentido de unidad, de pertenencia. Es lo que alienta la esperanza y hace vivir con grandeza a los pueblos. Es una percepción, pero es tangible, es una idea pero se puede tocar.

Cuando hay sentido de rumbo hay porvenir. Cuando el rumbo es definido, cuando se navega con firmeza y seguridad, los pueblos en su gran sabiduría lo saben, lo identifican, lo sienten.

Al integrarnos en la Nación Mexicana, como mujeres y hombres de esfuerzos múltiples, también nos contagiamos del orgullo nacional.  Chiapas, en todo su territorio, desde hace ya casi doscientos años, es un baluarte de la Nación, entendida como identidad y pasión por la Patria. Ningún chiapaneco, en ninguna circunstancia, dejará de sentirse mexicano en ningún lugar ni en ningún tiempo.
Por ello, 189 años después nos queda clara la convicción de aquellos chiapanecos.
La decisión soberana del pueblo de Chiapas por ser y pertenecer a la nación mexicana, no es fruto del azar. Se fundó en nuestra historia, en nuestra vocación, en nuestros empeños, y se nutre al menos de cuatro conceptos: La libertad, la responsabilidad, la decisión y el rumbo.
La libertad nos permitió hacer, elegir, valorar sin conflictos ni amenazas.
La responsabilidad nos hizo pensar en el futuro, en las generaciones venideras, en el nosotros antes que el yo.
La decisión nos irradió el carácter, la energía, el empuje por hacer que las cosas sucedan.
Y el Rumbo, el rumbo siempre ha sido México.
Elegimos México porque México era y es nuestro proyecto. No nos sumamos a una nación consolidada y pujante que nos diera cobijo y resguardo. Nos sumamos a una nación incipiente que creciera y se forjara junto con nosotros en un proyecto nuevo, propio. México es nuestro, desde Chiapas animamos su construcción y su progreso.
En Chiapas comienza la geografía mexicana y se inicia la historia de la Nación federada.  En Chiapas comienza el ejercicio de la voluntad popular para ser mexicanos. En Chiapas comienza a sentirse México, con todo su significado.
En un tiempo, Chiapas puso a sus patriotas al servicio de la integridad de la Nación.
En otro tiempo ha puesto, sin regateos de ninguna clase, sus recursos naturales para engrandecer a la república.
En todo momento, los chiapanecos hemos aportado profundos sentimientos de orgullo, de pasión y de solidaridad con la Nación de la que en 1824 pasamos a ser parte de sus constructores.
El peso de la historia hoy nos llama. Esa historia abundante de Chiapas que como bien dice Fedro Guillen “solamente cabe en la pared oriental del Cañón del Sumidero o en la memoria de todos los chiapanecos”.
Por eso el ejemplo de nuestra historia es la fuerza de la conducta de hoy.
Hoy, el país vive nuevas y distintas dificultades. Hay nuevos desafíos forjados por causas complejas.  Se viven retos que solamente se pueden afrontar con decisión y sentimientos patrióticos.
La desigualdad nos marca profundamente y como lo expresa puntualmente José Woldenberg “Extrema riqueza y extrema pobreza coexisten en el territorio nacional y el conjunto de grises intermedios no puede construir un nosotros inclusivo. Por el contrario, lo que aflora y se expresa son la infinidad de "nosotros" particulares, cada uno con sus intereses, expectativas, reclamos y horizontes propios”.
Necesitamos más pensar en el conjunto nacional que en el interés particular. Trascender los intereses parciales, por numeroso que sea nuestro grupo, y regresar a pensar en México.
En Chiapas aprendimos bien desde 1824 que debemos de dejar de pensar en “jalar cada quien para su lado”, pues esa lógica divide el esfuerzo y los logros que se obtienen son a costa de otros. Arrebatar no es construir.
Los derechos y reivindicaciones de grupos, no pueden ser a costa de los derechos y libertades de todos.
En Chiapas compartimos el anhelo nacional por reencontrar la tranquilidad.
Asistimos puntuales a la cita de los destinos patrios. Así, hoy Chiapas asiste con firmeza, con seguridad en esta hora difícil de nuestro amado México, cuando vemos como se lastiman a los pueblos en su esencia básica haciendo del miedo una forma de vida.
No podemos admitir que se juegue con la tranquilidad y la concordia social. No construyen nada positivo los rumores y augurios de desastre o enfrentamiento entre mexicanos solo para sacar raja política para un gremio o un movimiento.
Vivimos, otra vez, tiempos para preocuparnos y construir nuevos compromisos con la Nación.
De la misma manera que en 1824, los chiapanecos pasaron a ser parte de México. Hoy, vamos a refrendarlo con una nueva integración para reparar los tejidos que la Nación demanda. Se hará lo que ordena la República.
En los días de compromiso que habremos de afrontar, estarán los mejores mexicanos. Y ahí, con ellos, nuevamente nos encontraremos.






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